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Miércoles, 14 07 2021
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Latinoamérica

Claudia Hugo: ante grave situación regional, Uruguay debe jugar de manera global por los DDHH

En la media hora previa de la sesión de ayer de la Cámara de Representantes, la diputada de Asamblea Uruguay, Claudia Hugo, se refirió a la situación en América Latina, con crisis institucionales y represión.

La legisladora frenteamplista lamentó las muertes en Colombia, Chile y otros países, y marcó sus diferencias con el accionar de diversos gobiernos, entre ellos los de Venezuela, Nicaragua y Cuba. FOTO: Comunicación 2121

Hoy me voy referir a la grave situación por la que está atravesando nuestra región y el rol que a nuestro humilde entender debe jugar Uruguay de manera global en favor del respeto de los DDHH, la democracia, la paz y su inserción internacional.

A pesar de las fuertes crisis institucionales que se expanden en nuestra América, desde el gobierno se ha condenado únicamente lo que ocurre en Venezuela y Nicaragua. Se agrega en estas últimas horas Cuba, situación que nos preocupa, nos ocupa y que no nos es indiferente.

Es conocida nuestra postura en lo que refiere a las diferencias que tenemos con el accionar de dichos gobiernos. Aun así, sentimos como propia cualquier injusticia cometida contra cualquier persona en cualquier lugar del mundo, ejercida por el gobierno del signo que sea y nos parece una cuestión de principios poner sobre la mesa otras situaciones.

Es fundamental ser ecuánimes, y no repetir lo que hace el gobierno que omite visibilizar y condenar lo que está sucediendo en otros países de la región, seguramente impulsado por las sintonías ideológicas con esos gobiernos que no se atreve a condenar.

Hoy vemos cómo el pueblo de Colombia está sufriendo la represión y violencia contra las movilizaciones surgidas en respuesta al regresivo proyecto neoliberal de reforma fiscal impulsado por el gobierno del presidente Iván Duque. Las movilizaciones pacíficas fueron criminalizadas y reprimidas con un desproporcionado uso de la fuerza.

Lamentablemente, son muchas las personas fallecidas, y existen denuncias de organizaciones nacionales e internacionales sobre decenas de personas gravemente heridas y desaparecidas. Esta realidad de violencia y represión no es nueva en Colombia. Se suma a las permanentes violaciones a los DDHH que se vienen denunciando desde hace ya mucho tiempo. Según los datos de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) más de 400 defensores de DDHH han sido asesinados en Colombia desde 2016 hasta la fecha. Por todo esto reclamamos justicia y exigir al gobierno colombiano el cese de la violencia y el respeto del Estado por los DDHH de su población.

En Chile, mientras se encontraba gestando un movimiento social y político instituyente liderado por jóvenes en búsqueda de cambios estructurales, cansados de vivir en uno de los países de mayor desigualdad en la distribución de la riqueza de la región, se vivió una brutal represión ejercida por el gobierno. Un movimiento que se manifestó pacíficamente en las calles y que sufrió altos niveles de represión, cuestionados por la comunidad internacional, pero no así por nuestro gobierno. Un gobierno que permaneció omiso ante la sintonía ideológica.

Hoy esa movilización popular tildada de desestabilizadora y terrorista, logró un paso trascendental en la historia de Chile: generar las condiciones para elegir una Convención Constituyente para dejar atrás la Constitución de Pinochet y comenzar a escribir una nueva y más justa historia para ese país.

Tampoco podemos dejar de señalar el triste rol de la OEA en Bolivia, denunciando la existencia de un eventual fraude electoral, que no pudo demostrar técnicamente. Esto desencadenó el Golpe de Estado en ese país, llevado adelante por sectores reaccionarios de la oposición política y social y con el respaldo de las Fuerzas Armadas. De esta manera, se le otorgó la presidencia de facto a Jeanine Añéz, quien ni siquiera se encontraba bajo la línea de sucesión constitucional. Pero recordemos que Añéz sí fue invitada a asistir a la asunción presidencial en nuestro país, lo que demuestra una vez más el doble discurso que se pregona.

Hoy, nos alegra su recuperación democrática y cómo el propio pueblo boliviano eligió soberanamente su destino. Uruguay debió acompañar la asunción del presidente Luis Arce, que significó el retorno a la senda de la institucionalidad de ese país, con una representación del más alto nivel. Con su presidente. Más aún cuando Bolivia es además un estado asociado al Mercosur y teniendo Uruguay a cargo la Presidencia Pro Tempore del mismo.

Uruguay ha cumplido históricamente un rol relevante en la integración continental y es respetado por ello. Para que esto se mantenga, nuestro accionar político debe estar alineado estrictamente a nuestros propios intereses y no al de terceros Estados. Debe mantener la vocación de ser un actor pro multilateralismo y con una visión que apunte al regionalismo abierto, formato de excelencia de la inserción internacional para los intereses de nuestro país.

Hoy vemos con preocupación los recortes presupuestales a Uruguay XXI, un instrumento indispensable para nuestra inserción comercial. A esto se le suma la escasa agenda del Mercosur, la ausencia del liderazgo que nuestro país debió ejercer al frente de la Presidencia Pro Tempore y los dobles discursos vinculados a la situación de los diferentes países de la región.

Es hora de dejar atrás el chip de la campaña electoral y de los falsos relatos que no resisten los hechos.
Ahora es tiempo de ir tras aquellas palabras de José Martí: “Hacer es la mejor manera de decir”.