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Sábado, 13 02 2021
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#50AñosFA

¿Qué debemos hacer ahora?

Por ALFREDO ASTI
Artículo publicado en el semanario Voces (12.02.2021) a propósito de los 50 años del Frente Amplio

Alfredo Asti es dirigente de Asamblea Uruguay y del Frente Amplio, fue legislador y actualmente es director de la Corporación Nacional para el Desarrollo (CND) en representación del FA (Foto de la cuenta Facebook)

El Frente Amplio cumple en este 2021 su cincuentenario, pero no solo debe destacarse el 5 de Febrero, día de la firma de los acuerdos políticos, éticos y programáticos en el Salón de eventos del Palacio Legislativo, sino las etapas previas de trabajo por la unidad de la izquierda y sectores progresistas e independientes con el acuerdo básico de oposición al autoritarismo pachequista. También es de destacar toda su actuación en ese año 1971: los grandes actos de masas de inicio y fin de campaña electoral en marzo y noviembre de ese año, su buen resultado electoral del 28 de noviembre, que más que duplicó la representación anterior de la izquierda en el Parlamento, constituyéndose en la segunda fuerza en Montevideo y para finalizar el año su primer Encuentro de Comités de Base que lo consolidarían como fuerza política de acción permanente, con autoridades, bases y programa comunes.

Los años posteriores y pese a los 12 años de la Dictadura que intentó borrarlo del mapa, con muertes, torturas, desapariciones, cárcel, exilio, proscripciones y persecuciones, fueron confirmando esa acción permanente que superaba largamente lo electoral y con capacidad para adaptarse a las circunstancias, tener un proyecto de país y crecer permanentemente en cada acto electoral (incluso pese a ruptura en 1989); hasta convertirse en Gobierno de Montevideo en el año 1989. Disputó en paridad el Gobierno Nacional en 1994, convirtiéndose en 1999 y hasta la actualidad en la mayor fuerza política del país, que permitiera luego ganar el Gobierno nacional en 2004 y 8 intendencias en 2005.

Hoy los hechos son otros. Hoy nos encontramos en la oposición, sufrimos una importante derrota electoral en Octubre de 2019 y pese a la épica remontada en Noviembre quedamos un punto y pico por debajo en el balotaje y una coalición de derecha liderada por el Partido Nacional se alzó con el Gobierno Nacional y luego en Setiembre del año pasado nuevamente fuimos derrotados en la mayoría de las Intendencias reteniendo solo Montevideo, Canelones y Salto.

El FA perdió las elecciones nacionales; ¿qué debemos hacer ahora?

• En primer lugar, reivindicar muy fuertemente lo realizado en nuestros 3 períodos de Gobierno Nacional y en los Gobiernos Departamentales. Estos 15 años despejaron cualquier duda o temor de nuestra capacidad de Gobernar y transformar el país para bien y sobre todo para los más vulnerables.

Prueba de ello, pero imposible de desarrollar en esta nota, son temas como: crecimiento sustentable con distribución, democracia plena, reformas estructurales (tributaria, salud, protección social, matriz energética, infraestructura y comunicaciones, sistema financiero, etc.), mayor equidad e inclusión, ampliación de la agenda de derechos, impulso a la búsqueda de Verdad y Justicia, descentralización, impulso a la sociedad de la información y a la innovación, manejo de deuda y reservas internacionales, fomento de la inversión, y muchos otros etc. que son herencia para las actuales y nuevas generaciones, los que debemos tratar de preservar ante el avance feroz del neoliberalismo herrerista y sus aliados circunstanciales.

Pero también reconocer errores, omisiones e insuficiencias. En primer lugar, debemos aceptar que no fuimos oportunos en tratar los casos de denuncias de corrupción dejando instalada la falsa idea de generalización de la misma en lugar de reaccionar rápidamente ante los casos particulares evidentes.

Pese a los grandes esfuerzos realizados en reformas, capacitación y equipamiento de la Policía no logramos bajar la preocupación por la Seguridad ciudadana y ese fue uno de nuestros talones de Aquiles.

El problema de la vivienda y las personas en situación de calle fueron otras llagas que no logramos cerrar.

Pero creemos que lo fundamental no fueron problemas de gestión de Gobierno sino de fallas en la Comunicación de nuestros grandes logros. Ejemplo claro de esto lo podemos ver en el nuevo Gobierno y cómo maneja la comunicación oficial, quién, con cerco mediático, logra incluso convertir fracasos en aparentes éxitos. No logramos que gran parte de la ciudadanía y en particular los sectores más vulnerables, relacionaran su mejor calidad de vida y mejores oportunidades con las acciones de Gobierno y cambiaron su voto en Octubre de 2019.

Desde la orgánica hubo un acompañamiento, solo eso, acompañamiento. Faltó creatividad e impulso para darle fuerza a las medidas y aportes que enriquecieran y defendieran esos cambios en la sociedad. Tampoco fueron respondidos los planteamientos de los desencantados, que se tomaron como actitudes individuales y no como la expresión de un estado de ánimo muy extendido entre numerosos frenteamplistas.

• Por otra parte, también tuvimos problemas de inserción en el Interior del país (fundamentalmente en el último periodo de Gobierno) y agotamos nuestra capacidad de acumulación de fuerzas después de 2004, asentados en las mayorías parlamentarias que obtuvimos (estrechamente) en 2009 y 2014. La fuerza política no estuvo a la altura de las circunstancias para ser la polea de trasmisión de la gestión de Gobierno a los distintos grupos sociales que anteriormente nos apoyaron y que fueron la base de nuestra fundación y crecimiento.

¿Qué debe hacer ahora el Frente Amplio para cambiar y adaptarse a esta nueva situación?

En primer lugar, saber, como dijo Tabaré Vázquez, que una elección no se gana ni se pierde en una campaña electoral sino en un proceso continuo, en el que confluyen diversos factores.

Debemos mirar hacia los asuntos relacionados con nuestro funcionamiento como partido y su actuación en el sistema político y en el seno de la sociedad.

Para transformar la realidad hay que entenderla. Y aceptar que cambia y mucho. Actualmente estamos ante situaciones nuevas de país, (muchas generadas por las transformaciones positivas de los 15 años de Gobiernos del FA), y también en el Mundo, un drástico cambio de Gobierno y un proyecto de país que se opone al que pretendimos y pretendemos construir y que requieren desde la oposición, nuevas respuestas, más allá de la situación de Pandemia.

Debemos afirmar nuestras convergencias con los movimientos sociales y con los sectores más vulnerables, que siempre fueron nuestra prioridad, pero al mismo tiempo recuperar nuestro relacionamiento con los sectores medios, intelectuales, profesionales, pequeños y medianos empresarios, que desencantados se fueron alejando. Debemos retomar los procesos de acumulación de fuerzas, prácticamente desatendidos desde 2004.

Debemos sincerar y simplificar nuestro esquema de sectores de la coalición, hoy con una diversidad que atenta contra la propia identidad y cae en una peligrosa fragmentación y dispersión, con decenas de grupos y más aún confusas presentaciones y alianzas electorales.

La estructura es un rasgo del FA. Una seña de identidad. Es un patrimonio que el Frente tiene que preservar y cuidar. Por eso mismo debe evitar que se burocratice, que pierda contacto con la realidad, con la gente.

Se trata de preservar la estructura, pero transformándola para que exprese al pueblo frenteamplista. Es decir, representar más fielmente a sus votantes, que son más de un millón y entre los cuales muchos miles no tienen relación permanente con el FA, a esos frenteamplistas que protagonizaron la remontada de noviembre y a muchos otros que, sin participar en movilizaciones como esa, desearon fervientemente que el Frente ganara la segunda vuelta y conservara el gobierno.

La estructura en su situación actual -que se remonta a muchos años- aparece desconectada de mucha gente. Los organismos de la estructura que mantienen los vínculos con su entorno, como algunos comités, también necesitan el respaldo de una estructura fuerte, con vínculos en las instancias de dirección y con quienes actúan en niveles de gobierno, ya sea nacional -donde el FA mantiene representación en varios organismos pese a haber perdido-, como departamental y municipal.

Es un dato de la realidad que el frenteamplismo en la sociedad es un fenómeno de mucho mayor amplitud que la estructura que hoy lo representa. Será fundamental entonces avanzar hacia una representación que refleje mejor a los que, por encima de sectores y de coyunturas políticas se sientan frenteamplistas.