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Viernes, 02 08 2019
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Astori

Astori: "Los partidos fundacionales no tienen ni rumbo, ni orientación ni estrategia"

El principal arquitecto de la política económica de los tres gobiernos del Frente Amplio nos recibió en su despacho del Ministerio de Economía. "Hace muchos años, acá funcionó el teatro Politeama 25 de Agosto, así que imagínese las historias que lleva adentro", dice. Saluda a todos, uno por uno, fotógrafos, técnicos, y responde amablemente a todos los requerimientos. Está muy lejos de la soberbia que se le imputa y se dispone a explicarnos con una claridad asombrosa todo lo que queremos saber de la economía de Uruguay y lo que se pone en juego en las próximas elecciones.

Lo de Lacalle Pou "no es un proyecto nacional; significa medidas que pueden provocar un efecto social adverso, una pérdida de conquistas y derechos". "Esta sociedad creció 16 años consecutivos, eso no tiene parangón".

CARAS Y CARETAS, ENTREVISTA CON LEANDRO GRILLE

En las próximas elecciones de octubre la sociedad uruguaya está convocada a elegir el rumbo que va a adoptar en los próximos cinco años y usted, que ha sido indudablemente el conductor fundamental de la política económica del Frente Amplio (FA), ¿qué piensa que se dirime en esta elección en términos de política económica?

Rumbo es para mí un concepto fundamental. El FA, desde que asumió su primer gobierno en 2005, ha definido un rumbo, particularmente en esta área tan sensible de la sociedad. Ese rumbo, como todos los rumbos, implica una orientación, y esa orientación, como todas las orientaciones, una estrategia.

A mí me parece que lo que está en juego en esta elección vuelve a ser el rumbo y la orientación que tiene una fuerza política como el FA, que los ha venido practicando durante tres períodos de gobierno y aspira a practicarlos en un cuarto período. Yo hablé de estrategia; ese rumbo tiene tres lineamientos estratégicos fundamentales.

Por un lado, lo que hemos llamado sintéticamente el crecimiento inclusivo. Esto es: Uruguay llegando a niveles de crecimiento como nunca había vivido antes, pero al mismo tiempo que crece, incluye, y no solo económicamente, incluye desde el punto de vista social y desde el punto de vista político, con una orientación que podríamos definir como promoción y protección de los derechos humanos concebidos en su sentido más amplio.

En segundo lugar, un lineamiento estratégico de apertura al mundo, pero no de apertura al mundo solamente para comerciar, para vender, para invertir, apertura al mundo para afirmarse políticamente como un país con identidad, que defiende valores superiores como la libertad, el diálogo, la no injerencia en asuntos internos de otros países, valores superiores como el combate a todo uso ilegal de la fuerza y, una vez más, la promoción y protección de los derechos humanos.

Naturalmente, un país chico como Uruguay tiene que tratar de lograr traducir esto en términos económicos: comprar y vender a la mayor cantidad posible de países y la mayor cantidad de productos y servicios, y lograr inversiones que le den trabajo a los uruguayos.

Y un tercer lineamiento, también propio de un país pequeño físicamente como Uruguay, pero con un potencial extraordinario: los países chicos no podemos apostar a la cantidad, tenemos que apostar a la calidad y desde el primer día de gobierno, el FA apostó a la calidad, en primer lugar en el mundo del trabajo, que es un ámbito fundamental de la sociedad con este rumbo y con esta orientación.

Una apuesta a la calidad que tenga que ver también con conquistas que a lo largo de estos años el FA ha logrado desde el gobierno, por ejemplo, en materia de comunicaciones, de gobierno electrónico, de avance digital, de prepararse para el mundo del futuro.

Todo esto vuelve a estar en juego en las próximas elecciones porque es lo que no tienen los partidos fundacionales de Uruguay.

Yo no niego lo que han hecho a lo largo de la historia, y por supuesto hablo con respeto acerca de lo que representan, pero esto no lo tienen hoy, no tienen un rumbo, una orientación, una estrategia, una visión de mediano y de largo plazo hacia el futuro y por eso es que esto vuelve a dirimirse en esta elección.

Y si uno se pregunta: ¿el FA propone nuevamente lo mismo? No. Propone el rumbo, la orientación y la estrategia que hemos tenido hasta ahora, pero nuevas medidas, nuevos instrumentos, nuevas herramientas, como hemos mostrado estos tres períodos de gobierno y aspiramos a volver a mostrar en el cuarto.

Desde las otras trincheras políticas le podrían decir: "Nosotros sí tenemos un rumbo", un rumbo que difiere quizás diametralmente con el FA, pero que existe. Y yo le podría decir: tal vez su rumbo sea la flexibilización laboral o la liberalización de la economía o volver al endeudamiento con el Fondo Monetario. ¿Usted cree que esas son alternativas que pueden estar en la cabeza de sus posibles equipos económicos?

Claro que sí y puede haber retrocesos muy importantes respecto a lo que ha logrado la sociedad uruguaya en estos 15 años, solo que no le doy la estatura de rumbo ni de orientación, le doy la estatura, en muchos casos, de eliminación de avances o conquistas que ha logrado el pueblo uruguayo con los gobiernos del FA, pero en todo caso mi respuesta a esa pregunta es afirmativa: eso puede pasar y va a estar en juego en la elección.

Yo no quiero asegurar que si gana la oposición, van a hacer eso, pero eso es posible porque carecen de ese proyecto nacional -me gustaría llamarlo así- que tienen este rumbo, esta orientación y esta estrategia.

Yo no les pido que tengan la misma que tenemos nosotros porque somos distintos, pensamos diferente, porque hay en juego dos visiones de país, dos opciones claramente distintas, pero pido que podamos contrastar con un proyecto de la oposición en este caso, y yo no lo veo.

Veo figuras, por ejemplo, veo personas que aparecen, que cambian de sector, que cambian de partido frecuentemente, más frecuentemente que lo que necesitaría la democracia uruguaya; eso lo veo y veo que hay anuncios concretos, por ejemplo, rebajar todas las tarifas públicas, por ejemplo, disminuir el gasto en 900 millones de dólares.

Por ejemplo, cuando hablan de un shock de austeridad o un ajuste. A mí eso me suena a bajar salarios y jubilaciones. Yo tiemblo porque, además, tal como lo plantean, es absolutamente irrealizable.

Le erran hasta en los números que plantean cuando hacen el cálculo, porque ellos toman una serie de instituciones públicas y dicen: "Hay tantos funcionarios, y de estos tantos funcionarios vamos a disminuir tantas vacantes con relación a los funcionarios que hay y, por ende, ahorramos tanto".

Pero no se dan cuenta de que han incluido en ese conjunto de instituciones a las de enseñanza, a las de seguridad pública y a las de salud, que a la vez se comprometen a no reducir. O sea, se están contradiciendo ellos mismos.

Con los números de ellos jamás podrían rebajar 900 millones de dólares el gasto, y si no rebajan 900 millones de dólares el gasto, o 1.000 millones, como propone otro de los candidatos de los partidos fundacionales, queda solamente la rebaja de salarios, por ejemplo, o el aumento de impuestos, que también conduciría a un deterioro de quienes están en peor posición desde este punto de vista y, al mismo tiempo, son políticas que suponen efectos macroeconómicos desestabilizantes para la sociedad porque pueden traer mayor inflación, ésto es mayor pérdida de salario real, mayor pérdida de pasividad real.

Entonces, redondeando, yo lo que encuentro no es un proyecto, no es una estrategia, encuentro medidas anunciadas, contradictorias, irrealizables y con un efecto social, que si la llevan a la práctica tal como se deduce de las cifras que proponen, tendrían un efecto muy negativo.

Lacalle Pou, en el mes de octubre del año pasado dijo que, si gana las elecciones y asume en marzo de 2020, lanzaría una ley de urgencia con una cantidad de artículos con todas las reformas. ¿Qué significa eso?

No es un rumbo, no es una orientación, no es un proyecto nacional; significa medidas que pueden provocar un efecto social adverso, una pérdida de conquistas y derechos logrados durante todos estos años en la sociedad. Esta sociedad creció 16 años consecutivos, eso no tiene parangón.

¿Qué les dice a los que atribuyen ese crecimiento al viento de cola o al precio de los commodities en el mercado internacional?

Que me gustaría aclarar la discusión, porque resulta que eso habría sido por condiciones externas y no por los méritos de la política económica interna, pero ahora que el viento cambió y está adverso, dicen que el efecto es por la política económica interna.

Entonces no nos ponemos de acuerdo. ¿Cuáles son las que influyen, las externas o las internas? Creo que la respuesta siempre está en la articulación entre ambas: las condiciones externas, que ojalá sean favorables para Uruguay, pero que hoy no lo están siendo en absoluto y, al mismo tiempo, un país que tiene un proyecto, que tiene políticas para enfrentar las adversidades, pero además para salir adelante, para ir para adelante.

No le voy a decir a la oposición que está todo bien, porque hay muchas cosas por hacer, pero no aceptó que la oposición me diga que está todo mal. No le voy a decir a la oposición que el país se fundó el 1º de marzo de 2005, pero no vengan a decirme que no hicimos nada durante 15 años de gobierno.

Una caída de la economía real como la que hay en Argentina y en Brasil a nosotros siempre nos arrastró. Esto de sostenerse a flote algo de mérito tiene.

Esta pregunta debemos articularla a la anterior. Dije ahora que las condiciones externas no están bien para Uruguay y tengo que empezar por las que acaba de mencionar.

Vamos a entendemos y vamos por orden de amplitud: el mundo está muy mal con la guerra entre Estados Unidos [EEUU] y China, con las locuras del presidente de EEUU que es un delirante absoluto, que puede, por Twitter, tomar una medida arancelaria que destruye alguna posibilidad comercial de China y viceversa y eso nos ha hecho muy mal.

Hay perspectivas de caída de crecimiento en el mundo y de caída del comercio en el mundo que son preocupantes.

Pero, además, hay un vecindario complicado: nosotros históricamente hemos tenido problemas con Brasil y hemos tenido problemas con Argentina, pero nunca habíamos tenido problemas con los dos juntos a la vez y la verdad es que los dos están seriamente comprometidos desde el punto de vista económico.

Argentina, con una producción en caída. Mientras Uruguay crecía 1,6% el año pasado, Argentina caía en más de seis puntos del producto.

Brasil no logra implantar sosteniblemente un crecimiento apropiado y todo eso hace que se refleje en desequilibrios importantes. ¡Argentina tiene 50% de inflación en este momento! Pensemos en los bolsillos de los trabajadores y de los pasivos argentinos.

Y eso porque están sentados sobre el dólar.

Sí, que además es una especie de obsesión de la política económica argentina, y lo digo con el mayor respeto.

Ellos creen que hacen política económica con el dólar, y entonces, si el dólar está estabilizado, la economía anda bien, y si el dólar anda a los saltos, la economía anda mal y es un profundo error de análisis.

Porque la evolución del tipo de cambio es una de las variables que componen lo que podríamos llamar el orden macroeconómico, pero nunca podemos hacer política sólo con una variable de ese tipo.

Un 50% de inflación y una cantidad importantísima de déficit fiscal, con todas las repercusiones que esto está teniendo, con un deterioro enorme de las condiciones de vida de la gente, abrupto, rápido, tan rápido que vamos a ponerle fecha: cuando hicimos el último presupuesto, o sea el de este período de gobierno, en 2015, nosotros no teníamos idea o proyección de lo abrupto y profundo que iba a ser lo que ocurriría en Argentina y también en Brasil en los años subsiguientes.

Estoy hablando de los cuatro años subsiguientes, hasta este momento.

En cuatro años, se deterioró muchísimo la economía de los vecinos. Ahora, Uruguay había actuado bien, y sigue actuando bien, desacoplándonos -nosotros usamos este término- un poco de la región.

¿Qué quiere decir esto? Que salimos a buscar nuevos mercados, nuevas fuentes de inversión: China asumió un papel muy importante respecto a Uruguay y es nuestro principal socio comercial en bienes y logramos resultados importantes.

Hoy Uruguay le vende en promedio a 140 países en el mundo, esto hace cuatro o cinco años no era posible y hoy lo es; el chiquito tiene que agrandarse saliendo al mundo y abriendo sus alternativas, sus opciones.

Ahora bien, también lo hicimos desde el punto de vista financiero y por eso hay que dejar por un momento de hablar de economía y señalar el valor que ha tenido el fortalecimiento institucional de Uruguay en el mundo.

Yo hoy hablaba de política internacional: Uruguay hoy es un país identificado y respetado en el mundo, pero son identificadas y respetadas sus instituciones y, desde el punto de vista económico, eso se refleja en los mercados financieros.

Hoy Uruguay está pagando tasas de interés por acceso a los mercados financieros que están por debajo de los promedios de todos los países emergentes que tienen grado inversor, el riesgo país -no quiero entrar en tecnicismos- es el más bajo que hemos tenido en la historia contemporánea de Uruguay y, al mismo tiempo, es el fundamento del prestigio que tiene en los mercados financieros, con lo cual el país nunca necesitaría con esta economía ningún shock ni de austeridad, ni financiero ni de trabajo
en función de la inflación porque tiene amortiguadores importantes en este plano y los tiene por las instituciones fuertes que ha logrado construir.

Ahora, no quiero terminar esta respuesta sin decir que una cosa es desacoplarse y otra cosa es no recibir el impacto: nos desacoplamos, somos distintos, estamos mejor, pero esto está pegando. ¡Pensemos solamente en el turismo!

Que muestra una caída de 23% o 25% en el turismo de origen argentino.

Más o menos, la última medición anda en eso, de origen argentino. Por eso: estamos hablando del vecindario y lo que te quiero decir es que estamos hablando, a veces nos olvidamos de esto los uruguayos, del principal rubro de exportación del país, despegado.

Olvidémonos de la carne, la soja, la celulosa. El principal rubro de exportación del país es el turismo receptivo: son 2.300 millones de dólares en una temporada normal, y ahora está un poco más abajo por lo que usted decía.

O sea, el impacto llega y ese impacto explica, en parte, la desaceleración de la actividad que tuvo Uruguay recientemente.

Pero igual Uruguay va a tener crecimiento este año.

Sí. Nosotros estamos pronosticando, previendo -en realidad no debería usar la palabra pronóstico porque no es un pronóstico, es una proyección que luego habrá que examinar a la luz de la realidad- una proyección de crecimiento muy modesta para este año.

Los vecinos están cayendo o no crecen y Uruguay está proyectando para este año un crecimiento de 0,6%, muy modesto, pero siempre creciendo: sería el 17° año consecutivo de crecimiento y, para 2020 -es lo que dice la rendición de cuentas que acabamos de presentar en la Cámara de Diputados-, estamos pronosticando un crecimiento mayor, de 2,6%.

¿Por qué? Porque esperamos que empiecen a producir resultados dos impactos de agenda productiva -y lo digo especialmente para quienes afirman que este gobierno está agotado- que van a agrandar el país.

Uno es la inversión de UPM; también está el acuerdo con Europa, que es fundamental. Nosotros en este momento estamos pagando más de 100 millones de dólares de aranceles para entrar en Europa, por ejemplo, con la carne.

Con el acuerdo con Europa hemos programado una desgravación arancelaria prácticamente de 100% que va a demorar un poquito en operar, pero es un envión notable para un país que tiene en su economía internacional un factor fundamental.

En el caso del acuerdo con la Unión Europea que se alcanzó luego de ser negociado durante tantos años, ¿no hay riesgos de que se primarice todavía más la economía uruguaya?

Creo que no. Ya lo que estamos haciendo ahora con Europa incorpora, y a veces nos olvidamos de eso, transversalmente innovación, progreso científico, tecnología de la información, y todo eso no es primario.

Lo voy a decir en términos un poco diferentes: una tonelada de carne de Uruguay de 2019 es totalmente distinta a la tonelada de carne de Uruguay de hace cinco, seis, siete años, porque todos los años se incorpora conocimiento.

El ejemplo que podría poner es el de la aplicación electrónica a la evolución del ganado.

Entonces, yo creo que hay que hacer esfuerzos por transformar la estructura productiva de Uruguay, creo que está implícito en la inquietud de la pregunta y estoy de acuerdo con eso, pero no olvidemos que la producción no es primaria en sentido absoluto, es incorporación de tecnología en todas las áreas de producción del país.

Claro, no estamos vendiendo ganado en pie.

No. A pesar de que ha habido exportaciones e importaciones de ganado en pie -que no voy a negar, por supuesto-, yo me estoy refiriendo al volumen de producción total y esa producción total tiene valor agregado cada vez mayor, no primario.

Cuando comenzó este gobierno, el presidente Vázquez anunció en Consejo de Ministros que las inversiones en infraestructura iban a a completar a lo largo de todo el período alrededor de 12.000 millones de dólares. ¿Qué tan lejos estamos de ese número o qué tan cerca?

Ese es el otro gran esfuerzo que está haciendo este país desde el sector público por agrandar la agenda del crecimiento. Y esto es agenda también, nuevamente dedicado a los que dicen que no la tenemos o que este gobierno está agotado.

Cuando termine 2019, este año, vamos a haber completado 11.000 millones de dólares de inversión en infraestructura.

Es una barbaridad comparado con la historia del país.

Para el país es una barbaridad, en el buen sentido de la palabra, sobre todo comparado con los últimos años, porque ahora estamos haciendo un incremento importantísimo en transporte, comunicación, servicio portuario.

Y no pensemos solo en UPM. Una parte de esto está vinculado a UPM.

Y al Ferrocarril Central.

Sí, pero incluso el ferrocarril está abriendo posibilidades a producciones que hoy no existen, y no existen porque no son competitivas, y no son competitivas por los costos de transporte; el ferrocarril va a bajar dramáticamente -en el buen sentido también- los precios de transporte de producciones, que serán viables de un día para otro, o casi; producción agroindustrial en lo fundamental y que van a estar en la ruta del ferrocarril.

Entonces, estos 11.000 millones de dólares en infraestructura constituyen un esfuerzo extraordinario. Pero hay más, porque no son solo los 11.000 millones de dólares en infraestructura.

Aclaro que estoy hablando de todo el quinquenio, no de un año; el quinquenio del tercer gobierno del FA, el quinquenio 2015-2020, son 11.000 millones.

Pero hay, además, 13 proyectos de participación público privada, como su nombre lo indica, con la participación de un privado que asume los riesgos y le entrega el bien construido al Estado y este paga por la disponibilidad de ese bien.

En esos 13 proyectos, entre los que está el ferrocarril, el instituto de recuperación de gente que ha salido de la cárcel, o que está por salir de la cárcel, el llamado INR (N. de R.: Instituto Nacional de Rehabilitación), donde hay centros CAIF, construcción de escuelas, construcción de liceos.

Esos 13 proyectos totalizan 1.900 millones de dólares que no están contados en los 11.000 millones. Se agregan a los 11.000 millones.

Son proyectos que están en estado diferente de avances: por ejemplo, el instituto ya está pronto, ya está absolutamente terminado, el ferrocarril ya se empezó a construir, en los proyectos viales hay muchos avances realizados por el privado, que luego va a acordar con el Ministerio de Transporte y Obras Públicas.

O sea, el esfuerzo que se está haciendo por la vía de diversas modalidades en esta materia es muy importante.

Leyendo un poco y escuchando un poco a los actores de la oposición, es habitual la crítica al endeudamiento que tenemos como país; sin embargo, desde el oficialismo se dice que esto no es así, que cambió el perfil de la deuda, que la deuda en su relación con el producto es menor que antes. Pero igual, aparentemente, hay un incremento en términos absolutos. Me gustaría que explicara un poco el tema porque es un asunto que confunde a la gente. A veces se habla como si estuviéramos en un endeudamiento récord.

No, no sólo no es así, sino que la situación de la deuda en volumen y composición es totalmente diferente a la que teníamos y a la que heredamos desde el primer gobierno del FA.

Yo me acuerdo de que usé una comparación muchas veces para transmitirle a la población la gravedad de la situación con la que comenzamos a trabajar: Uruguay en 2005 era el segundo deudor del mundo con el Fondo Monetario Internacional. ¡El segundo del mundo!

No en volumen absoluto, sino en relación a su participación en el Fondo, en relación a su cuota. El primero -me acuerdo- era Turquía y el segundo, Uruguay.

Dos años después habíamos roto amarras por primera vez, en una historia cuyo principio no recuerdo, pero debe estar en 1959- ¿Qué quiero decir? Que la primera carta de intención con el Fondo fue en el 59.

Desde ese entonces, la primera oportunidad y la única oportunidad que vi de romper amarras con el Fondo Monetario fue la nuestra, lo digo con modestia y con orgullo.
Ahora bien, sigamos comparando: la deuda bruta del país, que es la totalidad de lo que debemos, en comparación con el Producto Bruto antes de 2005, llegó a superar el 100%.

O sea, es como deber todo lo que producís en un año, 100% de deuda sobre el producto. Hoy está 40 puntos por debajo. Hoy está en 60 puntos del producto, aproximadamente, pero este no es el mejor indicador; el mejor indicador es la deuda neta, es decir, lo que se debe menos las reservas que tenemos, y tenemos las reservas más altas de nuestra historia, modestamente.

Las reservan son unos 15.000 millones de dólares, a los que voy a sacar los encajes de los bancos, porque en realidad esa no es plata nuestra, es plata de los bancos -son reservas del país, pero no es propiedad del Estado uruguayo-.

Si utilizo solo las reservas de libre disponibilidad, esto es las que son propiedad del Estado uruguayo o de instituciones uruguayas, llego a una deuda neta de aproximadamente 41 puntos del producto: esta es la menor proporción en mucho tiempo y está por lo menos 20 puntos por debajo de como estaba antes de que nosotros asumiéramos el gobierno.

Pero hay más: esta deuda está en 53% -o sea, más de la mitad- en moneda nacional.

¿Antes nuestro endeudamiento era en dólares?

Siempre. 100%. La época del endeudamiento en moneda nacional empezó con nosotros. ¿Por qué? Porque eliminamos un factor de riesgo fundamental, como es el tipo de cambio.

En segundo lugar, tenemos una duración media de la deuda, esto es plazos medios, de 14 años. Es una duración absolutamente apropiada para que Uruguay no tenga ningún problema dada su solvencia financiera.

Luego, 95% de toda la deuda está contratada a tasa fija de interés, la tasa no cambia y, como decíamos hoy a raíz de otra pregunta, Uruguay está pagando las menores tasas de interés de todo el mundo emergente con grado inversor.

¿Por qué? Porque tiene un riesgo país bajísimo.

Mirando la región, ¿no le parece que ese endeudamiento manejable, bajo en términos relativos con el producto, puede ser utilizado para después sobreendeudarse? Porque yo miro lo que hizo el gobierno de Macri, que tomó el país con una deuda baja y empezó a endeudarse a mansalva.

Sí, sí. Uruguay tiene que cuidar mucho esto. El FA ha demostrado que lo sabe cuidar y que lo va a seguir cuidando, y tiene esa deuda de la que habíamos hablado, volumen y composición, pero además tiene una solvencia financiera muy grande.

Otro indicador más: si sumo los créditos contingentes que tiene hoy Uruguay, que son los créditos que están disponibles de los organismos multilaterales como el BID, el Banco Mundial, por si el país los necesita, más el dinero líquido que está aquí en la Tesorería General de la Nación, duplicamos todas las obligaciones por amortización e intereses que tiene el país en un año.

La gente sabe esto, los inversores saben esto, por eso confían y por eso Uruguay paga tasas de interés bajas y por eso hay una gran empresa finlandesa que hace la mayor inversión de su historia en este país.

Todos los partidos políticos hablan de la necesidad de reformar la seguridad social, pero yo siento que los jubilados, cuando escuchan eso, dicen: "Me van a recortar la pensión, me van a obligar a trabajar más". ¿Es posible proyectar una reforma a la seguridad social que no implique perjuicio para los jubilados?

Tiene que haberla y el primer requisito es que nos pongamos de acuerdo todos los uruguayos; porque esta es una cuestión de Estado y por eso hay que sentarse en una mesa y discutir con creatividad, reformar la seguridad social en primer lugar tiene que significar reformar toda la seguridad social, no solo el BPS.

Y no dejar la caja militar afuera.

No, por supuesto. Y empiezo por ella, porque lo que hemos aprobado en el Parlamento, en mi modesta opinión, no es suficiente para lo que el país necesita.

Pero no quiero concentrarme en la caja militar, sino en toda la seguridad social de la cual la caja militar es un componente absolutamente inocultable, no nos podemos olvidar de él porque es uno de los que va a necesitar cambios.

Segundo, pensar que la reforma de la seguridad social no puede ser meramente alargar la vida de trabajo de la gente, tiene que haber otros instrumentos, tiene que haber combinaciones entre trabajo y pasividad.

¿Qué estoy diciendo con esto? La posibilidad de la pasividad parcial, la posibilidad de que en ciertas circunstancias se pueda seguir trabajando mientras se disfruta de una pasividad parcial, la posibilidad de que haya premio para aquel que no sea obligado, sino que quiera seguir trabajando, porque hay gente que quiere seguir trabajando.

Yo recibí hoy a dos excelentes servidoras públicas de este ministerio que se van porque cumplieron 70 años y hay una obligación de retirarse y ellas querían seguir, porque hay gente que quiere seguir también por razones humanas, y tener en cuenta todo este tipo de situaciones y pensar en nuevos instrumentos que tienen que ser útiles para articular dos cosas: nuestro sistema de seguridad social es admirado en toda la región por el tipo de prestaciones que da y por el tipo de asistencia social que significa.

Eso no deberíamos perderlo. Entonces, el gran desafío es articular eso con una sostenibilidad fiscal y tiene que ser posible buscando nuevos instrumentos creativos como los que acabo de señalar.

¿Cuál va a ser su participación en esta campaña? ¿Va a recorrer el país?

Sí, por segunda vez en poco tiempo. Me lo recorrí todo entre los últimos meses del año pasado y los primeros de este y ahora arranco de vuelta. Voy a ser candidato al Senado de la 2121 como parte del Frente Liber Seregni

¿Se siente con energía para esta campaña?

Con mucha energía y con muchas ganas.

Referencias

Entrevista con Caras y Caretas

Por Leandro Grille